Sublimes descensos y sabrosos quesos en Pirineos
Sabor a Gourette
Magazine → Número #28 →
Es de noche y las nubes del cielo empiezan a ocultar las estrellas. Estoy sentado en una bañera de madera llena de agua caliente frente a una pequeña cabaña de pastores. De repente, empieza a nevar. Al principio, muy lentamente, sólo ligeros copos de nieve mecidos por el viento. Luego, copiosa e insistentemente. El contraste entre el frío de mi cara y el calor que envuelve mi cuerpo es reconfortante. Saboreo un sorbo de vino blanco. C’est ça la vie!
En el corazón de los Pirineos Atlánticos, enclavada en el anfiteatro natural de un circo glaciar y rodeada de imponentes picos que se elevan por encima de los 2.500 metros, se encuentra la estación de Gourette: una pequeña estación de esquí que, sin embargo, alberga las condiciones perfectas tanto para avezados esquiadores como para buscadores de genuinas experiencias invernales.
Muchos esquiadores juzgan una estación por su tamaño, pero lo cierto es que no hay estaciones grandes ni pequeñas, sino sólo con más o menos nieve.
Más allá de la nieve -el elemento esencial que lo define todo- siempre hay otros factores que condicionan la calidad de una estación. A nosotros, aunque el esquí sigue siendo la razón principal, nos atraen especialmente los destinos que ofrecen algo más. Buscamos experiencias en la montaña que se salgan de lo habitual, que nos inviten a conectar con la cultura local y sus gentes.
Y, precisamente por eso, Gourette, en el corazón de los Pirineos, captó nuestra atención.

La estación
“Lo más especial de Gourette son sus montañas: imponentes y escarpadas, un auténtico paisaje alpino”, dice el residente local Jean Mi Gouadain, esquiador alpino y de freeride de competición, además de monitor y entrenador en la escuela de esquí de la estación. Desde el primer momento en que llegamos al pueblo, encaramado a 1.345 metros de altitud, nos impresiona la vista de las masas de roca y nieve que dominaban el pueblo desde las alturas.
Sin embargo, los esquiadores no viven sólo de las vistas; necesitan pistas y remontes para satisfacer sus deseos. El dominio esquiable está dividido en dos vertientes, Cotch y Pène Blanque, con 42 kilómetros de pistas repartidos en 40 pistas: 8 verdes, 11 azules, 17 rojas y 4 negras, con altitudes que oscilan entre los 1.350 y los 2.450 metros. La estación cuenta con 14 remontes, incluidos 3 telecabinas, 4 telesillas de 6 plazas, 4 telesquís y 3 cintas. El terreno se adapta a todos los niveles de esquí: los niños y los principiantes pueden aventurarse con seguridad en una zona dedicada de 14 hectáreas, mientras que los esquiadores más experimentados encontrarán pistas largas, variadas y técnicas para disfrutar, sobre todo gracias a la nieve fría y seca que suelen proporcionar los circos orientados al norte.
“De hecho”, nos dice Jean Mi, “es frecuente ver familias de esquiadores que se cruzan con escaladores que llevan cuerdas, crampones y piolets.”.
Los esquiadores no viven sólo de las vistas; necesitan pistas y remontes para satisfacer sus deseos


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Fuera de pista
Es bien sabido que las posibilidades fuera de pista de una estación dependen de la habilidad -y la imaginación- de cada esquiador. En Gourette, sin embargo, también hay una ruta clásica que, en buenas condiciones, debería ser imprescindible para cualquier freerider que se precie: el descenso del Vallon d’Anglas. Partiendo de la cima del sector de Pène Blanque, esta ruta se abre a un valle salvaje donde reinan las montañas, las rocas y el hielo. En caso de duda, siempre es mejor contratar a un guía de la escuela de esquí de la estación. Los practicantes de snowboard deben tener en cuenta una larga travesía a la vuelta. Y, por supuesto, el equipo de seguridad contra avalanchas es obligatorio.
¿Te quedas con ganas de más? Entonces deberías probar la travesía Gourette-Artouste, un famoso fuera de pista con un desnivel de más de 1.000 metros en una escarpada ladera de montaña. “Es un clásico para los esquiadores de la zona”, dice Jean Mi Gouadain. Necesitarás equipo de alpinismo -crampones y piolet- para acceder al punto de partida del Col de la Pène Blanque. Como recompensa por tu esfuerzo, disfrutarás de una vista panorámica excepcional del Pic du Midi d’Ossau y de la Peña Telera.
Ahora viene lo mejor: disfrutar del descenso hacia el valle de Soussouéou. Como todos sabemos, un esquiador precavido vale por dos, así que no dudes en contratar a un guía de montaña.
En Gourette también hay una ruta clásica que, en buenas condiciones, debería ser obligada para cualquier freerider que se precie: el descenso del Vallon d’Anglas
PEQUEÑO JAPÓN
Una máquina pisanieves nos ha llevado al anochecer desde el pueblo hasta la meseta de Bezou, donde se encuentra la pequeña cabaña de verano de un pastor local que sirve de acogedor refugio invernal a los turistas. Justo al lado, una pequeña y rústica bañera de madera humea, esperando a que nos demos un chapuzón en sus aguas calientes. Pero antes, es hora de estirar las piernas con un agradable paseo con raquetas de nieve hasta el Pic Ger. El cielo está oscuro como un diamante negro, y los perros de trineo aúllan ruidosamente al sentir nuestra presencia. Un paseo de tres kilómetros nos lleva a través de un hermoso bosque de hayas cubierto de nieve fresca. Lo llamamos el “Pequeño Japón”. Nuestros pasos nos llevan a un punto panorámico donde las luces del valle de Laruns iluminan la escena. “En este bosque es fácil ver animales salvajes en verano”, nos dice nuestro guía. “En invierno, sólo quedan los zorros… a veces, con mucha suerte, puedes ver al torpe urogallo’.
Para quienes deseen explorar con sus raquetas de nieve más allá de la estación, el cercano puerto de Aubisque es una atracción obligada. Este puerto, a 1.709 metros sobre el nivel del mar, ofrece una vista inigualable de las montañas y, durante el invierno, es un paraíso de nieve ideal para pasear con raquetas. Desde aquí, puedes elegir entre rutas de dificultad variable. Una de ellas, de sólo dos kilómetros, es perfecta para principiantes, mientras que la ruta de cuatro kilómetros es ideal para los que buscan un reto mayor. El Aubisque es también un hito deportivo: en verano, es una etapa legendaria del Tour de Francia.

Noche Nórdica
¿Has dormido alguna vez en un iglú? Nosotros tampoco, hasta ahora. Es una experiencia única: el frío parece disolverse en el silencio de la nieve, y el ambiente es tan tranquilo que te sientes aislado del mundo exterior. Pero antes, no puedes perderte la oportunidad de degustar la gastronomía local en una pequeña cabaña de pastores, donde David Bordes, guía local de L’Aventure Nordique, muestra sus habilidades culinarias. David ofrece para cenar reconfortantes platos típicos de la cocina francesa de montaña: fondue de queso, foie gras de pato y una contundente “garbure”, la sopa tradicional pirenaica. Esto forma parte del ritual nocturno: buena comida, animada conversación y un vaso de vino junto al fuego.
¡Quesos!
¡Beeeh! ¡Beeeeh! Docenas de ovejas balan a nuestro alrededor. Las más jóvenes corretean en sus establos, enfrascadas en lo que parece un animado juego de “corre que te pillo”, mientras algunas ovejas más mayores nos observan con sus inquietantes miradas ovinas. Un momento, ¿qué hacemos en un establo rodeados de ovejas? ¿No estábamos en una estación de esquí?
Estamos en La Ferme de la Montagne Verte, una pequeña granja del distrito de Aas, cerca del pueblo de Eaux Bonnes, que, como su nombre indica, es famoso por sus aguas termales. Al igual que el valle de Ossau, los prados de montaña han proporcionado durante mucho tiempo sustento a las ovejas y medios de vida a los habitantes locales. Hemos venido a participar en un ritual que todo viajero debería experimentar en el Valle de Ossau: la degustación de quesos locales.

“Antes era contable, pero me aburrí”, nos cuenta Christine Arripe mientras da un biberón de leche a un corderito. Cuando su marido se hizo cargo de la explotación ganadera de sus padres, Christine cambió la contabilidad por las ovejas. “Me apetecía un cambio; el campo me atraía, así que me lancé”.
De origen cien por cien pirenaico, Christine compagina el trabajo ganadero con las visitas turísticas a su granja de invierno y a sus cabañas de montaña de verano. “Es un trabajo duro, pero muy gratificante si lo haces con pasión”, nos cuenta mientras cuida del rebaño. Más tarde, nos enseñará a hacer el famoso “Tomme de Brebis”, un queso duro de oveja elaborado a mano con métodos tradicionales.
Hace miles de años, los primeros pastores de la zona aprendieron a conservar y cuajar la leche de oveja. Cada valle desarrolló sus propias técnicas, dando lugar a una gran variedad de quesos. Christine no sólo domina el queso puro de oveja del valle de Ossau; también ofrece Greuil, Feta y Faisselle, junto con innovadores postres lácteos en su mostrador. Uno a uno, nos invita a probarlos todos. “¡Este queso está delicioso!”, exclama nuestro fotógrafo Mikael Helsing al probar un trozo de crottin gourettois. No podría estar más de acuerdo.
Hasta ahora, hemos esquiado en pistas emocionantes, explorado aventuras fuera de pista y andado con raquetas de nieve al amanecer con vistas panorámicas de imponentes montañas nevadas. Hemos paseado por bosques mágicos al atardecer, saboreado las delicias locales de los Pirineos, nos hemos remojado en baños calientes rodeados de naturaleza y, por supuesto, hemos conocido a lugareños que mantienen vivas las formas de vida tradicionales.
Puede que me esté repitiendo, pero sí, en Gourette es fácil exclamar: “C’est ça la vie!”.
Espíritu de los Pirineos
La Oficina de Turismo de Gourette te proporciona toda la información que necesitas para planificar una estancia memorable en los Pirineos. Pueden ayudarte a reservar diversas actividades para que vivas una experiencia invernal única en la estación y en el valle.