Columna
Una inmersión en Al-Quds
“Capa tras capa, las serpenteantes calles se han ido construyendo. Y debajo de esas arquitectónicas capas de ladrillos se esconden unas cuantas historias”
No hay ciudad más estratificada que la Ciudad Vieja de Jerusalén Este. Los romanos, los bizantinos, los mamelucos, los cruzados, los otomanos y los británicos dejaron su huella en la ciudad simplemente construyendo o demoliendo las estructuras propias o ajenas cada vez que la conquistaban. Las murallas y las puertas de la ciudad cuentan por sí solas historias que pueden estudiarse durante toda una vida.
Capa tras capa, las calles serpenteantes se han ido construyendo. Y bajo esas capas arquitectónicas de ladrillos se esconden unas cuantas historias.
Históricas. Sobre la devastación, la reconstrucción, la devastación y de nuevo la reconstrucción.
Religiosas. La Ciudad Vieja de Jerusalén Este es sagrada para las tres religiones monoteístas: el judaísmo, el cristianismo y el islam. De ahí que el nombre palestino de la ciudad sea Al-Quds: La Santa. Esas religiones y toda su complejidad añaden otra capa a esta fascinante ciudad.
Humanas. La Ciudad Vieja ofrece una excelente oportunidad de descubrir la hospitalidad de los palestinos, escuchar sus historias y degustar sus ricas tradiciones culinarias.
Políticas. Jerusalén es conocida como la ciudad de la paz. Pero la paz de Jerusalén es una paz complicada. Es una capa intrincada para el viajero que explora, por ejemplo, la historia de los pueblos desplazados.
Afortunadamente, a las afueras de la Ciudad Vieja también podemos adentrarnos en la naturaleza de las colinas que rodean Jerusalén Este, o en las yermas afueras de Jerusalén, con sus intrigantes paisajes de desiertos, oasis, antiguos monasterios como Wadi Qelt, y una fascinante cultura beduina.
Jerusalén Este. ¿Con qué historias te quedas?
Marco Barneveld
Editor Jefe