Almaty, la ciudad de los jardines
Kazajistán
Vibrante, abierta y rodeada de imponentes montañas. Así es Almaty, la metrópolis más grande de Kazajistán: una ciudad dinámica, moderna y cultural. Y que sin ser la más grande, ni la más antigua, es sin duda la ciudad más cosmopolita de Asia Central.
Estoy ya muy cerca de Almaty, el tráfico se ha hecho más y más denso, dando paso a un atasco que parece ser diario. Es noviembre, llueve, hace frío y la niebla se hace opaca en su encuentro con la noche. Los bloques de viviendas soviéticos, las obras de los suburbios, el tráfico y el cansancio acumulado tras varias horas viajando en una furgoneta convertida en autobús, conforman mi primera imagen real de Almaty. Después de este aquel primer breve desencuentro, mi imagen de la ciudad no puede ser más diferente; vibrante, abierta y rodeada de unas montañas imponentes.
Almaty, la ciudad de los jardines, la antigua capital de la República Socialista Kazaja, y también de los primeros años del Kazajistán independiente, es una ciudad dinámica, moderna y cultural. Sin ser la más grande, ni la más antigua, Almaty es la ciudad más cosmopolita de Asia Central. Su magnífica ubicación en las faldas de la cordillera Zailysky Alatau, junto a una variada oferta cultural, ocio y actividades deportivas de montaña han convertido a Almaty en una ciudad muy atractiva. Pese a todo ello, todavía es una gran desconocida para la mayor parte del mundo occidental.
“Almaty es la ciudad cultural más importante de Asia Central, y eso viene de los tiempos de las deportaciones en los que muchos intelectuales de la Unión Soviética fueron trasladados forzosamente hasta aquí desde San Petersburgo y Moscú” me cuenta Sayora Varis, una guía, cantante y bailarina de Almaty. No solo parte de la Intelligentsia de las grandes urbes occidentales soviéticas, si no también muchas familias de coreanos, alemanes del Volga y chechenos, entre otros, acabaron integrándose y formando parte de la multiculturalidad de este rincón del sudeste kazajo.
Sayora es étnicamente Uigur, una de las muchas etnias que conforman la amplia heterogeneidad cultural de Almaty. Y al igual que muchos otros habitantes de Almaty se siente orgullosa de la identidad de una ciudad abierta y del carácter de sus habitantes. “La gente de aquí tiene una mentalidad abierta y cada uno elige cómo quiere vivir o qué quiere hacer con su vida. Sin embargo, fuera de la ciudad, en los pueblos, la mentalidad es diferente, más conservadora”.
“Almaty es la ciudad cultural más importante de Asia Central, y eso viene de la época de las deportaciones cuando muchos intelectuales de la Unión Soviética fueron trasladados aquí por la fuerza desde San Petersburgo y Moscú”
Almaty es una ciudad donde el concepto de multiculturalidad, respeto y convivencia entre etnias y culturas no viene de ayer. Esa diversidad se nota en la gastronomía, en la música, en ciertas tradiciones y está en la base de su modernidad y apertura “Aquí todos tenemos algo cultural de los demás, desde pequeños vamos juntos a la escuela todos mezclados y la mayoría de la gente habla tres idiomas o más”. Sayora habla cinco idiomas: uigur, kazajo, ruso, inglés y español. En el centro de la ciudad el idioma ruso es la lengua más habitual de comunicación, sin embargo, conforme nos vamos alejamos hacia los barrios de los inmigrantes rurales más recientes, el kazajo se va imponiendo.
Almaty es una ciudad donde el concepto de multiculturalismo, respeto y coexistencia entre grupos étnicos y culturas no es algo reciente.
Uno de los emblemas de la modernidad de Almaty es el metro. Su inauguración tuvo lugar en 2011, pero el proyecto nació en 1988 durante la Unión Soviética. Finalmente, 23 años más tarde Almaty se convirtió, después de Tashkent, en la segunda ciudad de Asia Central en contar con una red tránsito rápido de estas características. Al igual que en otras ciudades exsoviéticas, las mayoría de las estaciones de metro son lugares de interés estético en sí mismas. Salgo a la calle y, el sol radiante me invita a caminar por el centro de la ciudad sin preocuparme por el destino. Me apasiona pasear por ciudades desconocidas sin rumbo, ni propósito, dejándome sorprender por encuentros y desencuentros imprevistos.
Tras deambular un rato a la deriva, comienzo a tener la sensación de que el paisaje se reproduce una y otra vez de forma idéntica. ¿Llevo dos horas dando vueltas a la misma manzana? Es como si Escher hubiese diseñado partes de Almaty con el propósito de provocar en el paseante sin rumbo la misma sensación circular de sus dibujos. El urbanismo racionalista soviético tiene algo del concepto de circuito cerrado y surrealista del artista holandés. Grandes y anchas avenidas escoltadas por hileras de árboles con la parte inferior cubierta de cal blanca, vigiladas a su vez, desde lo alto, por edificios de fachadas reformadas, me acompañan sin pausa en mi búsqueda sin fin por la ciudad. De repente, ocurre algo totalmente imprevisto, ¡una calle peatonal! Me encuentro en el pequeño tramo restringido al tráfico de la calle Zhibek Zholu (Ruta de la Seda). Aquí la gente pasea más despacio, las miradas parecen relajadas e incluso he intercambiado alguna sonrisa. El aspecto occidental todavía suscita cierta curiosidad en esta parte del mundo.
Tras la pausa, vuelvo a una gran avenida. Ahora me dirijo hacia el cercano parque de Los 28 guardas de Panfilov. Esta vez, tras haber consultado el mapa electrónico de la ciudad que llevo descargado en el teléfono móvil. De camino al céntrico parque, visito el famoso bazar Zelyoniy, un mercado de abastos que de momento, sobrevive a la visible proliferación de centros comerciales. Sus coloridos y ordenados puestos de frutas, verduras, frutos secos y carnes, me han abierto el apetito definitivamente.
Lagman, un espagueti grueso acompañado de verduras y carne frita, un plato nacional tanto para los uigures como para los Dungans
No es algo habitual en Asia Central y nada puede estar más alejado de las raíces gastronómicas nómadas que la cocina vegetariana, pero Almaty pertenece al mundo urbano y moderno pese a haberse erigido entre los glaciares del Tian Shan y la gran estepa kazaja. Saltanat, una joven cineasta kazaja me ha recomendado con gran entusiasmo uno de los nuevos restaurantes vegetarianos. También goza de gran popularidad la cocina georgiana. Sin embargo, decido alejarme un poco del centro y entrar en un bistro local. El menú es variado y extenso y solamente está en kazajo y ruso. Entre las muchas y variadas opciones se encuentran el Plov, un plato uzbeko a base de arroz con verduras y carne, similar a la paella española, y el Lagman, gruesos espaguetis acompañados de una fritura de verduras y carne considerado plato nacional tanto para uigures como para dunganes. Finalmente me decanto por probar el Beshbarmak, un plato de nooddles con carne hervida por encima y acompañado de vegetales frescos, el plato nómada de Asia Central. Beshbarmak significa “cinco dedos”, pues la tradición dicta que a de comerse con la mano.
Me acerco finalmente hasta el parque de Los 28 guardianes de Panfilov. Aquí, en este tranquilo parque urbano conviven la colorida catedral de la Asunción con uno de los iconos de la Segunda Guerra Mundial en Asia Central, los miembros de un batallón del general Panfilov. Este sacrificado grupo de hombres, cuyos miembros provenían en su mayoría de Asia Central, pasó a la historia colectiva soviética como los responsables de la salvaguardia de Moscú frente a la ofensiva nazi. En este parque también nació SIGS, un espacio horizontal dedicado a la creatividad y a la educación social, un interesante rara avis en Asia Central.
Lo bueno de Almaty es que tienes una gran variedad de lugares para ir por la noche
“Cada vez son más las iniciativas culturales que surgen en Almaty y eso es un reflejo de cómo es la gente de aquí” afirma orgullosa Saltanat. En los últimos años han surgido movimientos musicales cercanos al indie o de la electrónica, que buscan crear una identidad propia dentro del género y darse a conocer dentro y fuera del país. También se ha aprobado la reconversión de un antiguo cine un importante Centro de Arte Contemporáneo que supondría un hito para la ciudad.
Por la noche me encuentro con Saltanat, ha prometido enseñarme la movida nocturna de Almaty. “Lo bueno de Almaty es que tienes gran variedad de sitios para ir por la noche, bares de jazz, rock, música mainstream tipo pop ruso o electrónica”. Hemos quedado en un popular cervecería, donde la gente parece calentar motores antes de una larga noche. Saltanat me habla de sus proyectos de cine y dice que le gustaría ir a Europa a continuar su formación, “pero después, quiero regresar a Almaty y hacer cine aquí”. Nos vamos a un local alternativo de música electrónica a continuar la noche. Le digo a Saltanat con grata sorpresa, que este lugar me recuerda a la Berlin o Tblisi underground. Ella sonríe con la naturalidad y gesto de satisfacción mientras se da la vuelta para saludar efusivamente a unos amigos. El ambiente y la compañía prometen una emocionante noche, pero mañana temprano me esperan las montañas de Almaty.
Experimenta la hospitalidad kazaja
ABRAZA A TU ALMA AVENTURERA
Stan es una palabra persa que significa “tierra”, y Kazajistán significa “errante”. Por tanto, Kazajstán se traduce como “La Tierra de los Vagabundos”. ¿Escuchas la llamada a la aventura? Con sede en Almaty, SKYWAY es una dinámica empresa que ofrece una amplia gama de servicios de viaje a los lugares más atractivos del país: desde excursiones a la estepa kazaja, pasando por paseos nocturnos en el Cañón Charyn y exploraciones a los paisajes cósmicos de Mangystau. Prepáraos para abrazar el encanto de Asia Central y la calidez de su gente.
DESCUBRE LOS TESOROS OCULTOS DE KAZAJSTÁN
Desde su fundación en 2016, la misión del equipo de Limón ha sido adaptar aventuras únicas a los interminables paisajes y tesoros ocultos de Kazajistán. Desde desiertos a densos bosques, desde formaciones rocosas parecidas al Gran Cañón a cascadas y lagos alimentados por el agua de deshielo glaciar de la cordillera nevada del Tien Shan, la belleza del “Condado Nómada” te dejará boquiabierto. Espera lo inesperado: la aventura está en todas partes en Kazajistán, uno de los países más grandes, pero menos poblados de nuestro planeta.
El día amanece con un sol radiante y un cielo de azul marca Asia Central. La última parada del autobús número 12 tiene con destino el estadio de Medeu, el espectacular anillo de patinaje sobre hielo situado en las faldas de estas enormes montañas. “Es lo que más me gusta de Almaty, sales del trabajo en el centro de la ciudad y en 20 minutos estás casi en mitad de la naturaleza” me dice Faez Kanji, un jugador y entrenador de hockey hielo canadiense al que el espíritu de curiosidad le trajo hasta esta parte del mundo. Unos metros más abajo del estadio, parte el moderno teleférico con destino a Shymbulak, la estación de esquí más grande de Asia Central.
Faez ha subido a entrenar a Medeu, mientras que mi ruta de hoy es por el cercano pico Furmanov , uno de los muchas alternativas de senderismo que se inician prácticamente desde la propia ciudad. “La posibilidad de esquiar, patinar en hielo o perderte caminando por estos bosques y lagos sin tener que conducir horas, es un privilegio que tenemos en Almaty”.
Esto es lo que más me gusta de Almaty, sales del trabajo en el centro de la ciudad y en 20 minutos estás rodeado de naturaleza
El destino más popular del Parque Nacional Ili Alatau es sin duda el Gran Lago de Almaty, un espectacular lago alpino al que se accede caminando, en bici o en coche y desde donde se pueden comenzar diferentes caminatas por los picos colindantes. Sin embargo, yo me dirijo en dirección contraria, hacia el pico Furmanov. Comienzo siguiendo el curso de un riachuelo y, casi sin darme cuenta, estoy en mitad un profundo bosque alpino. Ahora comprendo perfectamente a qué se refería Faez cuando hablaba de privilegio. De camino a la cumbre me cruzo con varios grupos de senderistas que han decidido, al igual que yo, desconectar del ruido urbano y refugiarse por unas horas en las verdes laderas de estas impresionantes montañas.
Desciendo de vuelta a la ciudad, empiezo a digerir los últimos dos días en Almaty mientras observo las luces de ciudad al fondo del valle. Miro el mapa y veo que era posible hacer una circular pasando por la cascada Butakovskiy. Eso será la próxima vez. Almaty es inabarcable en una visita de dos días, pero ha sido un fin de semana fascinante.