Navegar al servicio de la ciencia
Ocean Missions Islandia
El fotógrafo de WideOyster Frits Meyst se une a un grupo de científicos internacionales en las aguas que rodean Islandia, con el objetivo de cartografiar junto a ellos el entorno. Los resultados son impactantes. ¿Te unirías como ciudadano-científico en la próxima expedición?
“¡Orcas! ¡Orcas a las dos en punto!” Grita Louise, la investigadora de ballenas danesa desde su punto de observación en la proa de la goleta islandesa Opal. Tres “espadas negras” se separan en las aguas heladas.
A bordo, diez pares de ojos escudriñan el horizonte. “¡Allí! ¡También están a babor!” Lauren nos reclama desde detrás del timón. Las orcas nadan en círculos alrededor de bancos de arenques. Las aves marinas también han descubierto los peces y se sumergen verticalmente en el agua. Cuando una de las orcas salta apunto con mi cámara, pero fallo. Fue demasiado rápido. Es la primera vez que veo orcas. Y por lo que veo hay que tener incluso ojos en la nuca para fotografiarlas.
Aquí estamos: cuatro investigadores de ballenas, un especialista en microplásticos, un diseñador industrial, un periodista medioambiental, dos marineros y un fotógrafo. Todos estamos encantados con el espectacular despliegue.
Tres meses antes, una de las fundadoras de Ocean Missions, Belén García Ovide, me invitó a unirme a este viaje. Nos conocimos en el Bark Europa, con el que navegamos a la Antártida. “¡Debes venir a nuestra expedición!”, me dijo entusiasmada. “Será una gran aventura, no con turistas, sino con científicos y periodistas de diferentes partes del mundo que investigarán juntos en Islandia”.
Y así, en una suave tarde de mayo, estoy sentado en un jacuzzi a bordo de un velero histórico. Mientras Heimir, capitán del Opal, se dirige al oeste, el brillo verde de la aurora boreal se mueve por el cielo.
“La vida es hermosa”, dice Belén. “¡Estoy tan contenta de que estés aquí! El objetivo de la expedición es recoger juntos datos sobre las aguas alrededor de Islandia, y compartir nuestros hallazgos a través de los periodistas. En el próximo viaje también queremos que vengan ciudadanos-científicos con nosotros. Es decir, cualquier persona con una pasión por el océano que quiera comprometerse con el medio ambiente. Al trabajar con nuestros científicos, se convierten en embajadores del océano, y ese es nuestro objetivo. Hay demasiada ignorancia entre el público general sobre el frágil ecosistema de nuestros océanos. Y lo que no se conoce, no puede protegerse”.
“Queremos llevar a ciudadanos-científicos, cualquiera con una pasión por el medio ambiente, con nosotros. Trabajando con nuestros científicos, se convierten en embajadores del océano”
Charlo con Louise Flensborg, graduada en Protección de Mamíferos del Ártico. “Durante mi estudio de maestría descubrí que los análisis de riesgo más comunes para los mamíferos se basan en modelos tropicales, pero en absoluto se aplican en la región polar. Por eso creo que es importante hacer investigaciones en torno a Islandia”. Louise lleva una pistola de dardos. “Contiene flechas huecas, con las que puedo recoger un trozo de piel y grasa de una ballena, sin que el animal lo sienta”.
La periodista Erica es de Nueva York. “Siempre he sentido pasión por la naturaleza, y cuando comencé con el periodismo rápidamente descubrí que si quería escribir sobre el medio ambiente tenía que profundizar más en la materia, así que también estudié ciencias ambientales”. Así es como se encontró con Torsten Geertz, investigador de microplásticos, y navegaron por el mundo investigando juntos. “Los microplásticos son pequeñas partículas de plástico que terminan en el agua cuando la basura plástica se despedaza. Debido a que son partículas muy pequeñas, terminan en la cadena alimenticia. Los peces pequeños comen krill, que es a su vez ingerido por los peces depredadores más grandes, y finalmente nosotros nos comemos esos peces. Por eso es tan importante investigar esto”. La decoloración de la aurora boreal indica que es hora de dormir.
A la mañana siguiente hay viento favorable y Heimir decide que es hora de utilizar las velas. Todos los científicos están en cubierta y bajo su mando izamos las velas bajo la lluvia. En una goleta tradicional de madera, es algo que no sucede con sólo apretar un botón . Él afloja las líneas correctas y en equipos izamos velas. 20 minutos más tarde el barco ya navega a 8 nudos. Heimir mira hacia arriba con orgullo. “Cuando North Sailing compró este barco, inmediatamente quisimos limitar nuestro ‘impacto’. El motor diesel fue reemplazado por un motor eléctrico y grandes baterías. Cuando navegamos, la hélice gira de manera que las recargamos a través de un alternador, lo que nos permite navegar en los fiordos muy silenciosamente y sin emisiones. Normalmente navegamos con turistas en Groenlandia, pero también quiero que North Sailing contribuya al océano. Por eso, dos veces al año ponemos el barco a disposición de una plataforma de investigación para científicos y como parte de las Misiones Oceánicas”.
Islandia es uno de los lugares más escabrosos de la tierra. Erupciones volcánicas, tormentas salvajes y poderosas olas del océano han esculpido la isla a lo largo de los milenios
Tan pronto como las velas están izadas, Torsten y Lauren arman una gran construcción de mallas y tubos de drenaje. “Esta es la red de arrastre Manta”, explica Torsten. “Con esto, filtramos el agua a una cierta distancia y en una cierta cuadrícula, manteniendo las coordenadas. Luego revisamos los filtros para ver si hay microplásticos. De esta manera puedes extrapolar los resultados para dar un valor a todo el área. Islandia es muy importante para la investigación de microplásticos porque aquí confluyen muchas grandes corrientes. Una vez lanzada la red por la borda nuestro trabajo está hecho y podemos disfrutar de la vista.
Islandia es una de las islas más agrestes del mundo. Cientos de erupciones volcánicas, tormentas salvajes y poderosas olas del océano han esculpido la isla a lo largo de los milenios, hasta convertirla en una afilada masa de granito negro. Sólo crecen hierba y arbustos salvajes. Kilométricos glaciares barrieron las rocas y se deslizaron lentamente hacia los profundos fiordos. Los escarpados acantilados son el hábitat de grandes colonias de aves como alcatraces, frailecillos y petreles.
Después de 3 millas, la red de arrastre se recoge y el contenido se enjuaga a través de un fino tamiz. Después de ver cómo funciona, Louise también busca piezas de plástico con el microscopio: “Me parece muy interesante ver cómo Torsten lleva a cabo su investigación. Ahora mírame a mí: desde los mamíferos más grandes de la tierra, hasta la búsqueda de microplásticos”.
A la mañana siguiente, el sol atraviesa las nubes y arroja su mágica luz sobre el Opal, anclado en Arnarstapi. El pueblo está a la sombra de un volcán y el puerto es tan pequeño que sólo podemos llegar al muelle con el bote. Aquí y allá vemos casas de madera entre la hierba amarilla salvaje. Sólo escuchamos el sonido de un coche en la carretera de circunvalación de la isla, que normalmente es ensordecedoramente silenciosa. Unos pocos gansos se balancean en una piscina y algunas ovejas caminan por las laderas, pero cuando llegamos a las rocas hay bastante ruido. Al entrar en terreno de cría de las aves, las negras rocas entre los nidos se vuelven blancas, y un penetrante olor a excrementos de pescado nos invade. Bajo mis pies, las olas del océano azul y verde se estrellan y truenan, y poco después estamos de vuelta a bordo del Opal.
Debajo de mí, las olas del océano azul y verde se estrellan y truenan, y poco después estamos de vuelta a bordo del Opal
“¡Ahí sopla!” exclama Lauren, que en su vida cotidiana maneja un barco de avistamiento de ballenas. Miramos sobre las olas para ver dónde está la ballena. En el segundo “soplo” también vemos surgir la “fuente”. “Allí”, grita Charla, la experimentada investigadora de ballenas canadiense. “¡Sí! Un cachalote”. Se podría decir que creció con ballenas en Vancouver, pero nunca ha visto un cachalote y está alucinada. Incluso se hace un selfie. Esperamos a que se sumerja y a que salga la cola, que es como una huella dactilar: una vez que tienes una foto de la cola, puedes identificar y “rastrear” a la ballena en la base de datos. El cachalote termina su siesta y curva su lomo. En cámara lenta, emerge la enorme cola del coloso de 18 metros de largo. Mi cámara hace “clic” y obtengo una hermosa toma de ella con el glaciar de fondo. Todos aplauden celebrando la observación.
El viento torna hacia el oeste y ya no podemos navegar. Con el motor encendido ahora chocamos directamente contra las olas. Cuando el oleaje del océano entra en juego, el barco se convierte en un feroz toro que quiere deshacerse de su jinete. Pronto sólo tendré dos opciones: admirar la furiosa tormenta en cubierta o acostarme en la cama con los ojos cerrados. Heimir vacía la bañera de hidromasaje mientras la tormenta azota con olas que rompen de lado a lado a través de la cubierta. Después de media hora en los elementos estoy entumecido hasta los huesos, y vuelvo a la cama como el resto de la tripulación. En la cocina, las cacerolas vuelan dentro y alrededor del armario, pero no importa porque nadie tiene hambre. Las galletas secas y el té nos mantienen vivos, y complementan lo que regularmente desaparece en la taza del baño. Después de 48 horas de tortura ponemos rumbo hacia el puerto de Grimsey, lo que pone fin a los mareos. Bienvenido mareo de tierra… ¡Sí que existe! En cuanto llego a tierra firme mi cerebro sigue diciéndome que nos estamos moviendo, y mientras los órganos y sentidos del equilibrio no estén de acuerdo con esa entrada de información, mi estómago seguirá teniendo náuseas.
Grimsey es una pequeña isla de cinco kilómetros cuadrados con un puerto, un aeródromo y 61 residentes. El verde y ondulado paisaje termina abruptamente en escarpados acantilados, con playas de guijarros negros a sus pies. Grimsey es también una zona de reproducción para los frailecillos. Por supuesto que quiero sacar una buena foto, pero no soy un observador de aves, no tengo una tienda de camuflaje, y no tengo tiempo para esperar todo el día. Hay varias parejas en la hierba, y me arrastro lentamente sobre mi estómago a través de la hierba. Cada pocos metros saco unas cuantas fotos y luego un poco más cerca. Dos parejas están muy distraídas, así que puedo acercarme a ellas más de cerca. Qué hermosos son, con esos grandes picos y sus cabezas redondas. Mi día está salvado.
Navegando en una goleta tradicional
El Opal es una goleta tradicionalmente aparejada por la empresa North Sailing, que hace expediciones alrededor de Islandia y Groenlandia. Los que no quieran unirse a una expedición científica, pueden unirse a un viaje en velero con North Sailing, que también navega en las mejores aguas de Europa para la observación de ballenas.
Un poco más adelante veo a nuestros científicos en la playa. Bajo la dirección de Lauren, recogen todos los residuos en una longitud de cien metros y anotan el peso y el tipo de residuo. “Mira”, dice Lauren, “casi todo esto es plástico de aparejos”. Tiene las manos llenas de corchos de redes de pesca. “Dondequiera que vaya hago limpieza de playas. Nos llevamos los residuos con nosotros y los resultados se guardan en bases de datos alemanas. Hacemos esto de acuerdo a un principio fijo, para que la gente sin conocimientos científicos pueda seguir contribuyendo a la investigación”.
Mientras buscaba el mejor ángulo para una foto casi piso un esqueleto de frailecillo. Sólo queda el cráneo. Tal vez el frailecillo acababa de enfermar, pero después de todo el plástico que he visto en la playa, no parece una coincidencia.
“Cerca de las orcas, medimos la mayor concentración de microplásticos en este viaje: no menos de 8.125 partículas por kilómetro cuadrado”
Torsten añade: “Estos microplásticos también se hayan ya en grandes cantidades en los estómagos de los arenques. El arenque cree que ha comido lo suficiente, y no crece hasta el tamaño normal. Esto a su vez tiene consecuencias para las poblaciones de peces, con todas las consecuencias para el resto de la cadena alimentaria”. ¿Y quién se come el arenque? Bacalaos y orcas. ¿Y quién se come el bacalao? Bien… ¡el hombre! Belén grita con gran entusiasmo: “¡Por eso estamos juntos en esta expedición! Cada uno tiene una pieza del rompecabezas y sólo podemos presentarla juntos. ¡Ocean Missions ya es un éxito!”.
Ayudar a los investigadores a proteger el océano
Únete a la Expedición de Islandia
Únete a una expedición como ciudadano-científico. Ocean Missions tiene como objetivo trazar un mapa medioambiental del océano alrededor de Islandia. ¡Tú también puedes unirte! Como ciudadano-científico trabajarás en equipo y ayudarás en las investigaciones de microplásticos, ballenas, aves y contaminación. Es una aventura en la que haces un trabajo significativo, que siempre recordarás. En 2021 el Opal navegará dos veces con la Expedición de Ocean Missions. Inscríbete ahora y contribuye a preservar el Océano.
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