Los profundos bosques de Pumalín se extienden hasta los fiordos, forjando una extraordinaria costa admirada en todo el mundo. Los volcanes Michinmahuida y Chaitén adornan majestuosamente el panorama en el que de los glaciares caen cascadas que descienden por abruptos acantilados de granito. El Alerce (Fitzroya), árbol en peligro de extinción, resiste en estas tierras. Con una notable antiguedad de 3.000 años, estos árboles milenarios narran una historia atemporal del inmaculado ecosistema que esconde la provincia de Palena.

El magnífico Cerro Castillo se encuentra a 2.000 metros sobre Coyhaique y el Río Ibáñez, y en sus alrededores encontrarás un circuito de trekking que ha sido nombrado uno de los más hermosos de todo Chile. Los bosques de lenga y ñirres albergan huemules (ciervos del sur de los Andes) y no es raro avistar alguno cerca de la entrada del parque Ibáñez, justo al lado de la Carretera Austral. Los glaciares colgantes forman lagunas de brillantes aguas turquesas, dando aún más color y vida a un paisaje único.

El río Chacabuco esculpió vastos valles, un corredor histórico para tribus nómadas y fauna diversa. Anteriormente dominadas por los ranchos ganaderos, las praderas se recuperaron notablemente, y ahora cuentan con una biodiversidad sin igual en Aysén. La estepa patagónica deslumbra con majestuosas montañas, ardientes bosques otoñales de lenga y ñirres, abundante fauna y lagunas impresionantes como Cochrane y Jeinimeni. Estos paisajes encarnan un extraordinario éxito de restauración de ecosistemas, un gran triunfo de la conservación en el país.

San Rafael presenta un impresionante tapiz de fiordos, canales, islas, ensenadas y hielos. Como Reserva de la Biosfera, es la principal puerta de entrada a los Campos de Hielo Norte de Chile. Los viajeros acuden desde Puerto Chacabuco o Puerto Tranquilo para presenciar la grandeza del glaciar San Rafael, contemplando sus prístinas extensiones y su rica biodiversidad. Este cautivador refugio en Aysén ha sido celebrado por figuras históricas como Charles Darwin, Fitz Roy y Alberto de Agostini, lo que aumenta aún más su atractivo para los visitantes de todo el mundo.

El macizo del Paine, aclamado como la Octava Maravilla del Mundo y declarado Reserva de la Biosfera por la UNESCO, se erige como una exquisita obra maestra geológica que cautiva a senderistas y escaladores de todo el mundo. Estas montañas atraen a los amantes de la aventura y lo han convertido en el tercer parque más visitado de Chile. Sus renombrados circuitos de trekking -el O y el W- son senderos de visita obligada, que dan acceso a impresionantes lagos de color turquesa, glaciares, bosques y pampas. El parque también alberga una gran variedad de animales salvajes, como pumas, huemules, ñandús y guanacos.

Bautizado con el nombre de Alberto de Agostini, sacerdote y montañero que exploró y fotografió la región, el parque es el tercero más grande de Chile. Las 22 millas de la Cordillera Darwin se extienden hacia el Pacífico, moldeadas por asombrosos glaciares del tercer mayor campo de hielo de Chile. Situado a unas 800 millas náuticas al sur de Punta Arenas, el parque recibió el estatus de Reserva de la Biosfera de la UNESCO, asegurando su lugar entre las 24 regiones ecológicas más prístinas del planeta. Dentro de sus límites residen criaturas extraordinarias como elefantes marinos, delfines y ballenas jorobadas.

Yendegaia cuenta con vastas pampas, fiordos, canales y montañas inexploradas, antaño recorridas por tierra por los selknam y por agua por los yámanas. En lengua yagana, Yendegaia se traduce como “Bahía Profunda”. Situado en Tierra del Fuego, este parque alcanzó la categoría de Reserva de la Biosfera gracias a la donación de más de 93.900 acres por parte de la Fundación Yendegaia, dirigida por Doug y Kristine Tompkins. El gobierno chileno aportó 274.287 acres. Rodeado por la cordillera Darwin y el lago Fagnano, este paraíso prístino adorna el confín del mundo.

El Cabo de Hornos es el punto de encuentro de los océanos Pacífico y Atlántico, y su historia está repleta de intrépidos navegantes que se aventuraron hasta el extremo más meridional del planeta. La región alberga diversas especies de aves marinas, entre ellas el petrel gigante del sur, mientras que sus bosques subantárticos se adaptan a los implacables vendavales, haciéndose cortos y robustos. Esta zona obtuvo el estatus de Reserva de la Biosfera de la UNESCO, salvaguardando 7.331.706 acres de ecosistemas terrestres y marinos – el primer espacio natural protegido de este tipo en Chile.